domingo, 12 de octubre de 2008

LA CRISIS Y LOS CIUDADANOS

Daniel Jorge Soto

Nuevamente el mundo está en convulsión, inicialmente económica y financiera de empresas, que han “timbeado” los recursos propios y los puestos a su disposición en un repetir histórico de un juego de nunca acabar. Se preocupa la gran potencia, y preocupada, anuncia la alternativa de la nacionalización de bancos para evitar el derrumbe. ¿Cómo? ¿No siguen sosteniendo, según aquel clásico del liberalismo, que la oferta y la demanda deben flotar libremente hasta que espontáneamente (¡! Es mágico!¡) encuentren su punto de equilibrio?
Lo realmente preocupante, tanto por parte de los denominados países desarrollados como de muchos medios de comunicación, es la total despreocupación, desatención u abstracción de los resultados de este juego, de los efectos que indudablemente sufrirá el común, aquellos ciudadanos que de buena fe creyeron que los riesgos en que incurrían estaban cubiertos por un crecimiento sostenido y existían respaldos suficientes para sus inversiones.
Hoy el común comienza a sentir una sensación de vacío, la hipoteca se hace impagable, la tarjeta de crédito es una carga insoportable pagando el mínimo, los que tienen algún ahorrito se preguntan cómo preservarlo y cómo, en cadena, los que aun no lo perciben en alto grado sospechan que alguna consecuencia llegará.
Es que en este juego, hay algo que los que deciden nunca toman en consideración, y son los derechos humanos, no los de primera generación, sino aquellos que por el principio de indivisibilidad fueron consagrados en 1966 por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y constituyen en el presente un conjunto de reivindicaciones fuertemente sostenidas por las Organizaciones de la Sociedad Civil.