sábado, 18 de octubre de 2008

EL ROL DE LAS ENTIDADES QUE REPRESENTAN A LOS PROFESIONALES Y TRABAJADORES DE LA SALUD

Con motivo del 60º aniversario del Circulo Médico Zona Sur
Dr. Marcos C. Ortiz
Ex Presidente del Circulo Medico Zona Sur

Los efectos negativos que vivimos los profesionales de la salud tienen origen principalmente en las políticas oportunamente implementadas en el país, que llevaron a una descomposición global de los valores e introducida en toda la sociedad, donde la fragmentación fue el eje sobre el cual se instrumentó una filosofía fomentando, en teoría, la iniciativa privada como herramienta de desarrollo y crecimiento económico acompañada de una desregulación indiscriminada como estrategia. A ella se adhirieron rápidamente los que vislumbraron la oportunidad de algún beneficio, y otros que quizás creyeron que era el camino acertado. Los profesionales de la salud hemos sufrido como producto el resquebrajamiento en grupos a los que cada uno trató de aferrarse, sabiendo sin embargo que no pertenece a él, y que el hilo que lo conecta tiene el espesor de su necesidad o del interés del que lo sostiene. Como todo proceso de fragmentación, se formaron pedazos de diversos tamaños, que por la fuerza de atracción, los mas pequeños se acercaron a los mayores, iniciando un peligroso camino de hegemonía y monopolio dejando de lado a los profesionales, con el guiño oficial, donde no tendrían cabida nuestras entidades. También es cierto que en parte hemos colaborado por incomprensión a veces, otras por intolerancia.
El sentido de pertenencia es lo que este proceso ha logrado quebrar y es lo que imperiosamente debemos recuperar en pos de la autoestima y la dignidad de la profesión. Las entidades de profesionales de la salud nacieron básicamente por la visión de sus creadores, llevados por el espíritu solidario de ser útiles entre los pares y elevar permanentemente la calidad y el prestigio de la profesión al servicio de la comunidad, a través de la ciencia, la investigación, la dedicación y la ética. El agrupamiento de los profesionales y trabajadores de la salud, es producto de la necesidad humana de asociarse con fines lícitos para el reconocimiento de sus derechos y preservación y fortalecimiento de la dignidad de su trabajo. Pero también es sinónimo de participación y responsabilidad en todos los aspectos de la situación de salud de la comunidad a la que pertenecen ya que son partícipes indispensables de los actos y los resultados. No es posible hacer medicina sin trabajadores y profesionales de la salud. Por lo que las Instituciones que los representan tienen la obligación de señalar errores y proponer aciertos y a su vez el Estado las debe escuchar, atender y consultar. Si los indicadores de salud son buenos, somos parte de los logros; si son malos somos también responsables y debemos señalar las falencias y exigir correcciones. Si la información estadística no fuera confiable, o cuando las acciones preventivas o de control de enfermedades no se realizan con eficacia o no tienen la continuidad debida para evitar los riesgos, cuando los recursos no son debidamente utilizados, cuando el nivel de la atención no es equitativa, o cuando la calidad de la formación de profesionales no es la adecuada, las entidades deben reclamar con energía y participar en las modificaciones, para no caer en conformismos inhabilitantes. La salud es un bien común en el que estamos todos involucrados, por lo que las acciones, opiniones y propuestas de los que trabajan en ella adquieren gran valor por ser los que mejor conocen su intimidad. El análisis permanente de la realidad sanitaria y de la economía de la salud deben estar en la agenda de tareas para mejor comprensión de la problemática y mejor colaboración con las autoridades competentes. La búsqueda de igualdad y equidad en la atención médica debe ser preocupación central de las entidades. Es absolutamente injusto que la mitad de la población no cuente con cobertura de la seguridad social y no pueda utilizar la oferta del sector privado, mientras que sí sucede a la inversa. A pesar de ello en el sector privado la disponibilidad de camas es insuficiente para satisfacer la demanda propia, mientras que en el público, salvo los 4 grandes hospitales, se presenta una capacidad ociosa del 50.0 %. La participación activa en la búsqueda de integración de los sectores para la atención de la enfermedad, el parto y la discapacidad, debería ser asumida por las entidades como objetivo concreto de mejorar la calidad de atención aprovechando mejor los recursos y a la vez ampliar las fuentes de trabajo de sus asociados. En este aspecto estimo que sólo será posible con la creación de una entidad autónoma y autárquica que organice y gestione, incorporando a la otra mitad de la población al sistema de la Seguridad Social como herramienta de integración. Lo que por otra parte es como sucede en los países que cuentan con seguros de atención médica. Es necesario desvincularla de la política. La atención de la enfermedad debe ser practicada, dirigida y gestionada por los más capaces. En el planteo de la reforma del sistema de atención médica- odontológica, reside gran parte de la responsabilidad de las asociaciones. El modelo debe asegurar la igualdad y equidad para todos los ciudadanos y la justa y digna remuneración para los prestadores y trabajadores de la salud. Sin esta conjunción no será posible hacer justicia. Hoy resulta utópico pretender que un profesional debidamente formado, jefe de familia cuyo futuro debe asegurar, permanezca en el hospital cuando su medio de vida y ese futuro están fuera de allí, donde además no encuentra otros incentivos como investigación, capacitación continua, organización y participación, complementos indispensables en la vida profesional. Una buena parte del cambio consiste en darle seguridad a él y al sistema que lo sustenta. El sector público se ha caracterizado siempre por los cambios ocurridos según la idoneidad, sensibilidad o preocupación de cada gobierno o incluso de cada ministro, de manera que los desprotegidos resultan cautivos dependientes de esas circunstancias. Las entidades de profesionales y trabajadores de la salud no pueden estar ajenas a estas realidades, porque sus integrantes somos parte indisoluble del sistema y porque además de defender nuestros derechos, razón primaria de la existencia, nos permitirá comprender mejor nuestro rol ante la sociedad y volveremos a sentir como propias a nuestras instituciones, las que al ser participativas no volverán a ser dejadas a un costado.
En síntesis, es necesario mayor compromiso y participación con la comunidad para comprender y ser comprendidos.