martes, 27 de enero de 2009

TROZOS DE HISTORIA DEL HOSPITAL “RAMON MADARIAGA” - Año 1975 - 4ª Entrega

Daniel Jorge Soto


Memorias de un Médico
(Dr. Miguel G. Soto, 1934-1944)


Su practicanato
Debido a una larga huelga en Córdoba (Universidad en la cual cursaba su carrera) entre los años 1934/35, efectuó un practicanato en el Hospital “Dr. Ramón Madariaga” de alrededor de seis mese. Durante ese período vivió en una habitación del Pabellón de Enfermedades Infecciosas con los Dres. Armando López Torres y Luís Cuaranta. El Director en ese tiempo era el Dr. Edmundo Barreyro.
En relación con las prestaciones médicas, destaca el hecho que los Dres. De la Vega y Guibert, hicieron guardia dentro del Hospital en turnos de 14 por 24 horas durante 17 años. En el tiempo que esto se escribía ambos profesionales recibieron el reconocimiento de sus pares y de la comunidad. Ambos continuaban ejerciendo sus actividades.
Durante su práctica ayudó al Dr. López Torres en ala de Hombres y Mujeres haciendo Historias Clínicas y actividades de apoyo.
El cuerpo médico del Hospital estaba compuesto por los Dres Guibert, Parola, López Torres y Mirone. Con respecto al Dr. Barreyro destaca el dr. Soto su gran capacidad de trabajo, ya que excedía con creces su horario normal.

Su actividad Médica
En 1937, ya egresado, se incorpora al Servicio de Cirugía, cuyo Jefe era el Dr. Oleaga. Junto a él se perfecciona, reconociendo su gran capacidad profesional y un acentuado respeto a los principios de la especialidad. Durante siete años se desempeñó como Médico Ad-Honorem.
En su práctica hospitalaria recuerda que ante la cantidad de pacientes a intervenir, llegó a realizar operaciones en una camilla, en tanto que en la otra lo hacía el Dr. Oleaga. La Hermana Fortunata realizaba las anestesias los ayudaba a ambos a la vez.
Las condiciones de saturación de trabajo motivaron que en oportunidad de una inspección realizada por un funcionario nacional, este pidiera la cesantía del Dr. López Torres, exponiendo como razones para ello: la ayuda que prestaba la Hermana Fortunata, por internarse en la galería y haberse encontrado una chinche en la Sala 5º (Hombres). Indudablemente, según el informante, de los motivos aducidos dos de ellos no eran consistentes y en el atinente a la internación la demanda ya superaba la oferta en el establecimiento. En esa época, se averiguaba al internar a un paciente de “cuantas baldosas se quería la cama”. La situación planteada motivó una nueva inspección de la Comisión Consejera de Asilos y Hospitales Regionales, que reevaluando los hechos no hizo lugar a la solicitud de cesantía.
En el Servicio de Cirugía se operaban de 6 a 7 casos día por medio. El Dr. Soto intervino desde marzo de 1937 a septiembre de 1944, como Cirujano Ayudante en 4.004 operaciones. Los profesionales cumplían guardias pasivas y se intervenía a cualquier hora en emergencia.
Pese a que los Dres Allasia en Apóstoles y Bertoldi en Oberá ya efectuaban intervenciones quirurgicas, se recibían numerosos pacientes de otras localidades del Territorio, del Paraguay y de la vecina Provincia de Corrientes hasta la zona de Ituzaingó. Como anécdota recuerda que en oportunidad de filmarse “Prisioneros de la Tierra” el actor José Gola hizo una apendicitis de la cual debió ser intervenido en el interior.
Rememorar la vida de Hospital, al Dr. Soto, le trae gratos momentos, como los relativos a la actividad desarrollada dentro y fuera del establecimiento por el Dr. Cuaranta, su primer farmacéutico, el que iniciaba sus actividades a las cuatro de la mañana, desempeñándose además como instructor de vuelo del Aeroclub, al que donó su paga durante doce años para apoyar su evolución.
El primer avión sanitario (adquirido por suscripción pública) tenía como piloto al Dr. Cuaranta, quien con su acción posibilitó el transporte rápido de casos graves del interior del Territorio y también derivaciones a Buenos Aires, salvando con ello muchas vidas. Efectuaba los aterrizajes en una pista improvisada en los terrenos del hospital. Su precariedad motivó que un funcionario de la Dirección de Aeródromos la inhabilitase, ya que al finalizar su carreteo, la máquina quedaba a escasos cinco metros del alambrado perimetral del Hospital con grave peligro para la vida del piloto.
Las múltiples actividades del Dr. Cuaranta no interferían con su función profesional, donde se destacó por su responsabilidad y sus dotes de investigador en la confección de fórmulas magistrales que cubrieran las patologías regionales. El informante recuerda la Hipoovarina LQ, Pomada de Amoníaco (para las laceraciones de raya) , Compuesto de Calomel al 10% (para la extracción de la “ura”) y otros. Se acuerda que el Dr. Cuaranta hizo plantar albahaca a la Hermana Fortunata, ya que con sus hojas hacía un cocimiento para el tratamiento de las miasis. Por carencia de Bioquímico, el Dr. Cuaranta se hacía cargo también de los análisis clínicos.
El Hospital ya contaba con algunos agentes de Servicios Auxiliares, entre ellos el Sr. Freitas como Chofer, los Sres. Godoy y Fernández como Ayudantes de Farmacia. Entre el personal de Enfermería del Servicio de Cirugía recuerda a la Sra. Paulina, como ejemplo de capacitación adquirida; a través de hechos como aquel en que esperando junto al Dr. Oleaga, ya preparados para operar, uno de ellos es tocado accidentalmente por la referida enfermera, la cual lanza un grito en el que se reflejaba el respeto a la técnica y la conciencia de los procedimientos con que debe llevarse a cabo una intervención quirúrgica.
Entre los agentes administrativos se encontraban los Sres. Oggero, Hazle, Schelske
(padre del agente de igual apellido que a la fecha en que se produjo este trabajo, el año 1975, continuaba prestando servicios en la Delegación Sanitaria Federal en Misiones) y Alzamora.
El gran aumento de la demanda de prestaciones hospitalarias, hace que entre los años 1940 y 1942, comience a producirse falta de medicamentos y se debió recurrir a solicitar la ayuda de los pacientes.