jueves, 20 de noviembre de 2008

Funciones de los Medios de Comunicación en su Relación con la Infancia y la Adolescencia.

Simone M. Triches
Los medios de comunicación se interrelacionan con la sociedad y, de esta forma, influyen en los aspectos culturales. Son productores de símbolos y significados, creados a través del lenguaje verbal o no verbal. Pueden utilizar una diversidad de instrumentos, como la palabra escrita o hablada, la imagen y el sonido, que van a ser reinterpretados por un público que es cada vez más amplio y heterogéneo. De esta forma, su poder de persuasión sobre los individuos puede generar efectos sociales diversos.
En la actualidad, el movimiento constante del flujo informativo, productor de intercambio y creación, hace con que cultura y comunicación se confundan. Dicha interdependencia implica una influencia de los medios sobre la socialización y los procesos de aprendizaje de la infancia y adolescencia. No hay que olvidarse que el niño es un receptor de lo que ve y escucha en su contexto. Desde esta perspectiva, los medios de comunicación deben contribuir a estimular el pensamiento reflexivo. Además, apoyar la formación en los valores fundamentales, en un marco de respeto por la diversidad. Así, se debería incluir en las programaciones, espacios que promuevan temáticas relacionadas con el desarrollo infantil, la educación sexual, cuestiones de género, entre otras. Dichas acciones pueden ser realizadas en conjunto con la educación formal escolar, a través de la alfabetización multimedial. Enseñar a los niños y adolescentes a ejercer su derecho a evaluar críticamente las múltiples ofertas de los medios, es el camino para la formación de ciudadanos concientes.
Los medios deben preguntarse hasta que punto consideran los derechos de la infancia y adolescencia y su papel dentro del sistema de relaciones que constituyen la sociedad. ¿Hasta dónde contravienen o promueven estos derechos, en el momento de transmitir una noticia? ¿Existe o no un compromiso para incentivar el bienestar de dichos actores sociales, cuándo se encuentran involucrados con hechos informativos? Además, su función es también la de vehículo de denuncia de todo acto que los afecte, física, moral o psicológicamente, como por ejemplo la explotación del trabajo infantil y todas las formas de violencia.
En innegable que en el mundo del siglo XXI la violencia, como fenómeno social y cultural, es una constante. Los niños expuestos a programas de televisión en dónde se la muestra explícitamente pueden actuar no sólo como receptores, sino también como repetidores de escenas de violencia. Esto ocurre debido a que, en su desarrollo, a veces no puede discernir entre la ficción y la realidad. Hay un debate que recorre la sociedad, relacionado sobre los horarios de protección del menor y los contendidos de los programas, pero es poco lo que se hace efectivamente sobre estos aspectos. Hay que considerar también cómo se refleja en los programas de noticias la violencia real, a los que todos estamos expuestos a cualquier hora del día. Con seguridad, el impacto que pueden causar en los niños está lejos de ser positivo.
Aliado a esta situación hay un componente muy importante, que son los padres. Cada vez más presionados por el sistema, pasan mucho tiempo fuera de la casa para poder mantener la familia. En este sentido, hay que considerar también las familias que, por diferentes circunstancias, son monoparentales. Así, niños y adolescentes pierden un importante sostén y pueden encontrarse sin una orientación clara sobre lo que ven, escuchan o leen, ya sea en la radio, la televisión o Internet.
Si bien la democratización en el uso de dichos medios permitió el intercambio cultural, también reconfiguró conceptos como: valores, moral y ética, todos ellos en crisis en la sociedad posmoderna. No hay que olvidarse que el poder hegemónico en la producción de la información puede presentar posiciones sesgadas por intereses personales o de grandes grupos económicos. El proceso de intermediación entre el hecho y la producción de la noticia conlleva consecuencias que también afectan a la infancia. Por este motivo, hay que generar espacios de debate, que lleven a acuerdos hacia estrategias para la creación de un mundo sin violencia, en dónde niños y niñas ejerzan sus derechos y no sean victimas. No hay que estar ajeno a esta situación, ya que el ejercicio de la ciudadanía se hace a través de la crítica constructiva aliada a la participación de todos.