viernes, 29 de agosto de 2008

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE RADIODIFUSION

Manuel H. Valenzuela

Cuando se producía la primera emisión radial en la República Argentina y en el mundo, el 27 de agosto de 1920 en el teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires, su responsable, el Dr. Enrique Susini y su equipo, seguramente muy lejos estaban de suponer los alcances y consecuencias de su trabajo.
Hoy a tan sólo 88 años de aquella histórica jornada en que se emitiera la ópera Parsifal de Wagner en forma completa, se experimentaron avances insospechados. La tecnología incorporada, la inserción de la radio en la sociedad, su desarrollo como un medio de vida, como expresión cultural, como construcción de realidades y de identidades, su práctica como hobby y verdadera pasión, son sólo algunos de los aspectos que emergen de tan noble actividad. Hoy es indiscutible la influencia de la radio en toda actividad humana y es imposible no considerarla cuando debemos reflexionar sobre el tejido social, su comportamiento, sus condicionamientos, sus valores, su desarrollo y su evolución.
Esa es, sin ninguna duda, la importancia de la práctica radial. Cuando un emisor modula frente a un micrófono, en cualquier sitio del mundo, ya sea un gran estudio o una sencilla y pequeña habitación de un lejano poblado, no sólo está informando, también esta formando. Esa es la responsabilidad que hoy le cabe a la radio y que muchas veces no es evaluada en toda su dimensión.
Más allá de todo interés particular o sectorial existe un interés social. Ese interés social implica preguntarse en cada momento si lo que se hace o deja de hacerse es beneficioso –o perjudicial-, para la sociedad, que junto a su propia familia integra. Es saludable, como propietario, director, locutor, comentarista, periodista, etc., interrogarse cuál es la contribución que se realiza al conjunto social. ¿Cuál es mi aporte? es una pregunta que debiera estar en cada mañana al abrirse un micrófono. No es suficiente no hacer daño, es necesario construir.
En realidad esta es una premisa para todos y cada uno de los ciudadanos, pero se acentúa en la actividad radial justamente por su alcance y sus consecuencias. Existen innumerables casos que tendrán respuestas positivas a la pregunta y eso es saludable.
El estado debe asegurar la multiplicidad de voces, de opiniones y de cultura en un país y provincia multiétnica. El sistema democrático así lo exige. Debe desarrollar, proteger, multiplicar las voces. La libertad de expresión y el derecho a la información son pilares fundamentales. No obstante la primera, debe ser ejercida con responsabilidad social, en un marco plural y de respeto no sólo hacia el otro sino además hacia las instituciones del país y de la sociedad. ¡Ese es el desafío actual!

Un saludo especial a todos los radiodifusores, sus familias, sus integrantes, en tan importante día.