miércoles, 24 de septiembre de 2008

ALERTA SOBRE LA LEISHMANIASIS Y FIEBRE AMARILLA

Dr. Marcos C. Ortiz
Diplomado en Salud Pública
Se hace necesario hacer conocer y alertar a la población acerca del riesgo que estamos corriendo ante la difusión de la Leishmaniasis, especialmente en la ciudad de Posadas aunque también en otros centros urbanos de la Provincia, con la finalidad primaria de colaborar en el esclarecimiento y contribuir a que encontremos la forma de contener el avance de la misma. Esta parasitosis, originariamente enzootica de las zonas rurales y boscosas de las regiones tropicales y subtropicales del mundo, se mantuvo en dichos lugares hasta hace tres o cuatro décadas en el circuito formado por animales silvestres, perro doméstico y el insecto vector, y por cierto el habitante humano que permanecía en el lugar, como producto de la picadura de ese mosquito infectado. De esta convivencia, periódicamente se producían casos humanos de Leishmaniasis.
Las regiones tropicales coincidentemente están habitadas por los pueblos menos desarrollados, las que desde hace ya varios años se han visto obligadas a emigrar casi masivamente hacia la periferia de los centros urbanos en busca de posibilidades de sobrevivencia, llevando consigo sus condiciones de vida, sus utensilios, sus animales domésticos y por cierto la Leishmaniasis. En los nuevos asentamientos ya preexistían, libres de infección, las especies de mosquitos vectores que se infectaron al picar a estos recién llegados reservorios, iniciando así el ciclo de transmisión en primer término entre la población canina y luego a la humana. Este mismo fenómeno se ha producido en nuestra Provincia, donde la población rural actual se ha reducido a menos del 30 % aglomerándose en los cordones periurbanos, lo que ha facilitado la difusión multiplicando la incidencia y el traslado a la población humana, transformándose en un problema de salud pública. Los 15 casos humanos de Leishmaniasis visceral conocidos, indican un importante número de personas infectadas.
En nuestra ciudad no se conoce la incidencia real en la población canina, pero es dable estimar que más del 50 % debe estar infectada y en geométrico incremento. Además, la existencia en otras localidades de la Provincia provoca que, de aquel movimiento migratorio rural-urbano, hoy el movimiento también sea interurbano, aumentando las posibilidades de difusión.
Es absolutamente necesario que se realicen acciones conjuntas, coordinadas y continuas para cortar la difusión y aspirar al control. Se debe conocer la totalidad de la población canina, y de ellos los enfermos e infectados, (aunque fuera por muestreo) y su distribución geográfica. Tomar decisiones drásticas sobre los perros vagabundos, sacarlos de la calle, concentrarlos en lugar libre de vectores. Estos animales son difusores ambulantes en todos los ámbitos de la ciudad. De ser posible serán tratados o eliminados. Identificados los domicilios de los animales enfermos o reconocidos como infectados, trabajar con los propietarios en las medidas terapéuticas y de prevención, especialmente en el combate contra el transmisor mediante la eliminación de los lugares de reproducción. Lograr que cada propietario conozca el ciclo de transmisión y se haga responsable del cuidado, la prevención y la higiene del medio ambiente. Los animales clínicamente asintomáticos continúan siendo infectantes para los mosquitos.
En este tipo de enfermedad transmisible, existen dos polos que la mantiene y difunde: 1) La fuente de infección o reservorio, en este caso el perro, roedores y el hombre. 2) el transmisor o vector, que lleva la infección desde un individuo infectado a otro sano. La lucha pues debe centrarse en: la reducción máxima de las fuentes de infección o reservorios, y en la eliminación del vector. Esto requiere organización, coordinación entre instituciones y profesionales involucrados, y continuidad de las acciones para el mediano y largo plazo. Esta patología, lamentablemente ha venido para quedarse. El accionar conjunto de Municipio, Provincia, Nación y comunidad podrá lograr frenar el proceso de difusión y la paulatina disminución en la incidencia, hasta que podamos llegar al control. Como la lucha contra el vector es en su mayor parte domiciliario y peridomiciliario, es aprovechable para unir esfuerzos en el combate unificado contra el Aedes Aegypti, transmisor del Dengue y la Fiebre Amarilla. Enfermedad esta última de suma gravedad, a la que hoy estamos mas expuestos por la comprobación de casos selváticos en el norte de la Provincia, situación que me hace recordar lo ocurrido en los meses finales del año 1964 y primeros de 1965 con muertes de monos en el área de San Pedro, de la que derivaron varios casos humanos en esa zona de personas que trabajaban en el monte, a raíz de lo que se vacunó al 95.0 % de la población de la Provincia, donde quedó limitado el brote, con la diferencia que en aquel momento no existía el Aedes Aegypti en las zonas urbanas, manteniéndose el brote en el área selvática (el transmisor es el Aedes Albopictus) por lo que el riesgo de difusión hacia las ciudades era muy poco probable. Hoy, sin embargo el Aedes Aegypti se encuentra en todas las zonas urbanas. Las expectativas de riesgo aumentan al haberse producido casos humanos en Paraguay y en la zona urbana de Asunción, donde el transmisor ya es el A. Aegypti y últimamente casos humanos en Misiones. En nuestra Provincia por suerte existe una buena base de inmunidad en la población por vacunaciones realizadas en estos años anteriores, cuyo efecto se mantiene por lo menos por 10 años. Sin embargo sería conveniente que se vacunaran en primer lugar los que nunca la recibieron, continuando los que hiciera a más de 10 años y finalmente el resto que no tuviera la seguridad de la fecha de vacunación, en síntesis es necesario que toda la población esté vacunada. Para evitar aglomeraciones, sería necesario enfatizar permanentemente y con fuerza hacia la población, que los que se vacunaron hace 10 años o menos, NO NECESITAN VACUNARSE. Seria muy conveniente, dada la realidad del riesgo, formar un equipo de profesionales y técnicos que conozcan el tema, para asesoramiento y supervisión de las tareas que seguramente se prolongarán por largo tiempo hasta lograr el control, y aspirar a la erradicación.